Nada Interesante

Días vacíos. Vacío sin sentido. Sentido que no me lleva a ninguna parte. Y es precisamente ahí, en “ninguna parte”, donde van a parar la mayoría de mis días últimamente. No hay motivación alguna, fuera de aquello aparentemente importante, que me lleve a sonreír. No me refiero a dibujar una sonrisa en mi rostro. Eso puede hacerlo cualquiera en un vago intento de simular ser feliz. Me refiero a sonreír por dentro. Esa es la más difícil de las sonrisas. La más complicada, pero la más sincera. Pues en fin. En mi alma estos días no hay lugar para risas. Pero que más dará…

Recuerdos que parecen borrarse. Torpes y fugaces fotografías que se plasman segundo tras segundo en mi subconsciente. No las veo con claridad. Sé quien las protagoniza. Pero no sé si deseo volver atrás. No sé si sigo queriendo coger el tiempo y pararlo en ese instante en el que todo parecía ser perfecto. Pero la perfección no existe. Así que no sé que debo hacer.

No sé lo que siento, ni como lo siento. Estoy confusa, y a la vez rabiosa por estarlo. Tendría que estar lamentándome de lo que he perdido, de lo que he dejado escapar. Pero estoy indiferente, ausente, bloqueada. Intento no pensar, y pienso más de la cuenta, perdiéndome en temas absurdos que ni me interesan ni me dejan de interesar. Huyo de lo verdaderamente importante. Camuflo mis problemas. Difumino mi identidad. Pero dejo la puerta entreabierta. Ni la abro, ni la cierro. Dejo la historia por la mitad. Me da miedo ponerle un final. Para bien o para mal. Pero ahora no me veo capaz. Estoy perdida en mis propios pensamientos, navegando a la deriva, sin un destino fijo, sin unos pasos marcados, sin una solución que se asome por donde alcanza mi vista.

El tiempo me oprime, me obstruye el paso con fluidez, me obliga a pensar rápido, y más rápido. Su cuenta atrás particular me deja a entrever que ya no hay tiempo. Que nada es eterno, y que no hay ninguna razón por la él, dueño del día a día, tenga que hacer una excepción conmigo. Con él no hay preferencias. Y lo estoy percibiendo. Será cuestión de adaptarse a su compás.

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