Recuerdos que parecen borrarse. Torpes y fugaces fotografías que se plasman segundo tras segundo en mi subconsciente. No las veo con claridad. Sé quien las protagoniza. Pero no sé si deseo volver atrás. No sé si sigo queriendo coger el tiempo y pararlo en ese instante en el que todo parecía ser perfecto. Pero la perfección no existe. Así que no sé que debo hacer.
No sé lo que siento, ni como lo siento. Estoy confusa, y a la vez rabiosa por estarlo. Tendría que estar lamentándome de lo que he perdido, de lo que he dejado escapar. Pero estoy indiferente, ausente, bloqueada. Intento no pensar, y pienso más de la cuenta, perdiéndome en temas absurdos que ni me interesan ni me dejan de interesar. Huyo de lo verdaderamente importante. Camuflo mis problemas. Difumino mi identidad. Pero dejo la puerta entreabierta. Ni la abro, ni la cierro. Dejo la historia por la mitad. Me da miedo ponerle un final. Para bien o para mal. Pero ahora no me veo capaz. Estoy perdida en mis propios pensamientos, navegando a la deriva, sin un destino fijo, sin unos pasos marcados, sin una solución que se asome por donde alcanza mi vista.
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