Cuando llegué a aquella inmensa plaza apenas me pareció ver gente. Pensé que me había equivocado, a no ser por un escenario de respetables dimensiones que dejaba a entrever que una artista de gran talante actuaría en él esa noche. Me emocioné, pero a la vez sentía una sensación un tanto extraña. Sería porque era la primera vez que viviría la sensación de ver a mi ídolo dejarse la piel en el escenario e interpretando canciones que yo misma había tardado tardes en memorizar. Tardes de estudio que sustituía por canciones cada vez que mi madre cerraba la puerta de mi habitación. Y por fin iba a verla en directo.
[Continúa...]
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