¿Amor Vs. Libertad? (2ª PARTE: Carta a La Libertad)


LIBERTAD. Soy el amor. Cuánta razón en tus palabras. Me apasionas más a cada segundo que comparto contigo. Mis discípulos andan bien. Bien distintos a los tuyos, quiero decir. La mayoría de ellos ya no entienden nada de tu filosofía, a pesar de provenir de ella. Sí. Así es, libertad. Te abandonaron los que ahora han pasado a caer en mis redes. Los alumnos nuevos andan todos enamorados, felices, radiantes. Y vienen de dos en dos. Pareja, se hacen llamar. Es curioso como vienen cogidos de la mano, besándose, compartiendo casa segundo de sus vidas. Pero a muchos de ellos poco a poco las alas les van dejando de funcionar. Muchos son los que no desean compartir libertad y amor. Es decir, no quieren compartirnos a ti conmigo y viceversa.

En el fondo lo lamento. Intento enseñarles que lo bueno de amar a alguien es saber que éste está ahí para alegrarte la vida, no para hacértela más difícil. Hay quien me comprende. Pero hay otros que haciendo caso omiso a mis recomendaciones, roban la libertad de mis nuevos discípulos. Como bien dices, libertad, es bueno sentirte soberano de tu vida, dueño de tus propias acciones. Pero eso, aquí y por ahora, parece imposible.

Aún así, espero que no nos separen definitivamente y que podamos volver a encontrarnos cuando se despisten los nuestros. No se dan cuenta de que si compartieran amor y libertad todo sería más sincero, más sencillo, más amor. Y más libertad. Me haces falta, no lo olvides. Espero que las cosas cambien, libertad. Siempre tuyo, Amor. Y recuerda a tus alumnos que con el tiempo sólo hay una cosa más grande que el amor a la libertad: el odio a quien te la quita.

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