Cuatro paredes y una ventana, por la que se cuelan ruidos de fondo que se alejan a cada segundo más de mis adentros. Gente que aprecio difuminada a lo lejos, pero muy muy lejos. Adivinanzas que me invitan a atravesar la puerta de mi interior, pero estoy tan a gusto que no quiero.
No es que siempre sea así, peo hay veces en las que me apetece aislarme. Dejar el resto para otro momento, y pensar en todo lo que quiera aparecer por mis adentros en esos instantes. Hay quien no me entiende, pero hay días en los que necesito espacio y tiempo para mí. Y no saber nada de nadie, excepto de mí misma. Y es que es esta una de las consecuencias que tengo que asumir por haber pensado demasiado en los demás y dejarme para la última.
1 comentario:
Mira en realidad no lo encuentro nada extraño, todos tenemos parte de esos momentos, o si bien más no, la gran mayoría.
Yo también me aislo de tanto en tanto, me interno en mis adentros, y a pesar de todo, intuyo todo lo que ocurre a mi alrededor.
Un abrazo.
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