El Paraíso Tiene Un Nombre: CARIBE!

Sí... Septiembre ya ha asomado por la vuelta de la esquina. Me resisto a verlo pero su suave brisa me susurra que sabe donde estoy. Adiós a esos días eternos transformados en noches cortas y, paradógicamente, despiertas. Adiós a esos momentos en los que la poca ropa que nos tapa las vergüenzas sigue siendo excesiva. Adiós al paraíso... A la semana de vacaciones que llevávamos un año entero soñando para que esas noches, las mismas que en breve dejarán de ser tan cortas e intensas para dar paso a las mantas, nórdicos y demás, nos hayan robado esos días sacados de un cuento. Pero hemos vuelto y, como nos dijo un buen amigo del hotel, "al llegar a España despertaréis del sueño tan bonito que habéis vivido en el Paraíso". Nada más lejos de la realidad.
Cóctels arriba y abajo: Piña colada, Daikiri -refrescante el de fresa, activo el de limón, y dulzón el de mango-, Doctor Funk, copacabana, BananaMama, Coco Loco... Mis labios probaron cada una de las delícias que siempre acompañaban ese puntito de ron quemado que adornaba el fondo de cada vaso.
El primer día, y debido a que la euforia se adueñaba de cualquier otro sentimiento que pudiera robarle el protagonismo, permanecimos ignorantes al mundo. Bastante teníamos con asimilar que esas grandes palmeras, esa playa turquesa inmensa, y esa gente tan amable sirviéndonos de todo a todas horas, eran reales. Hasta que el viento nos azotó la cara y comprendimos que tenía un nombre: Dean. Porque Dios quiso -sí, sé que así fue- nos pasó a 200 km, y cuatro cocos balanzéandose cual Tarzán, y una lluvia intensa con viento agitado fueron el aperitivo del primer día. Así que los siguientes, todavía nos supieron más a "paraíso".
Ese calor que empañaba mis gafas nada más salir de la habitación... Esas mariposas con grandes alas de colores, esas palmeras, esos cocos, ese turquesa que nada tiene que ver con las playas de mi ciudad, esos animadores que tan genial lo hacían todo, esos cócteles imposibles de imitar, esos partidos a ping pong, esos campeonatos a dardos o a "horse shoes"... Ese todo lleno de magia que te invita a no despertar de ese sueño con el que llevaba años soñando...
Y septiembre, de nuevo, me golpea la cara con su aire desenfadado. Tan solo me avisa que no tardará mucho en darse el cambio. Y mientras, mi flaca economía, busca los medios para llevarme una tarde entera de compras hivernales. ¿Me adelanto? ¿O soy precavida? El verano que viene, entre cóctel y cóctel, os cuento la respuesta.

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