LE[E]S


Supongo que está revista no os sonará... A mi tampoco me sonaría, si no fuera porque es mi proyecto de final de carrera. Sí, he decidido crear una revista para lesbianas de toda España, ya que no hay ninguna publicación escrita que cubra las necesidades de chicas que aman a otras chicas.
En principio se trata precisamente de eso, de un "proyecto", pero cabe la posibilidad de hacerla real si funciona la maqueta. Hace alrededor de dos años nació la llamada Femme Fatale, una revista que cubría las mismas necesidades de las que cubrirá LE[E]S, pero que desapareció por razones que desconozco.
Agradecería qualquier comentario acerca de alguna sección o información que se os ocurriera que podría ser interesante de publicar. Sin duda, os enseñaré el número completo aquí mismo en cuanto la termine.


Pero éste era tan sólo el punto de partida, y aprovecho ya de paso, para alzar la voz en esa falta de libertad que el colectivo homosexual sufre. Poco a poco se evoluciona, pero queda mucho por hacer. La revista, si más no, intentará establecer un primer paso. Pero todos tienen que poner de su parte.


Salu2

Mi Primer Premio



Hace cerca de un mes, me apunté a un concurso de blogs. Más que nada por ilusión. Por la ilusión que la gente opinara sobre mi pequeño espacio: éste rincón que, desde hace 7 meses, es también vuestro rincón.
Escribo por diversión, por mi pasión por las letras. Y, por qué negarlo, porque me gusta que la gente lea mis cosas y se sienta partícipe de ellas.
En fin, ya basta de rodeos. Aquí está mi primer premio por el blog :D Gracias a mi@ y el foro skindario ha sido posible. Y gracias a la gente que me votó. Jamás esperaba ganar, y menos aún el Premio Al Blog Más Popular de entre todos los que participaron.
Gracias a todos. Y gracias también a todos los que me leen, en especial a Leila, Cristi e Ignacio. Sé que me lee mucha más gente, pero sin esos comentarios que recibo, nada sería igual ;) Ah! y gracias también a Karola, porque sin ese fantástico blog que tiene, yo no sabría ni la mitad de lo que sé sobre el "maldito" html.
En fin, este premio no es sólo mío, es también -y sobretodo- vuestro, de todos los que me léeis. Y ya por último, gracias de nuevo a miarroba, ya que sin esta "peaso web", nada de ésto estaría pasando :P
Ala, basta de discursitos por hoy y... hasta la próxima ;)

Encadenada a La Vida

¿Quién, alguna vez, no se ha sentido libre por momentos? ¿Quién no ha saboreado esa autonomía que parecía degustar con cierto aire de exclusividad? Nada más que la metáfora de lo irreal. La sombra que se esconde tras la libertad no es más que una cadena, aquella que te encadena a la vida. Que te ata fuertemente para que te siga imposible huir, ir por libre.

La vida está hecha para los valientes, pero esa valentía no la puedes sacar a flote si quieres seguir siendo aceptado por los demás encadenados. La vida no es significado, la vida es deseo, deseo de ser libre y quitarte la soga que te oprime. En la vida todo vale, pero ese acuerdo imaginario del que te quieren hacer partícipe no es más que una advertencia que te invita a no tomar esas palabras al pie de la letra. No vale todo, ni mucho menos. Es más, sólo se te permite a aspirar al espacio máximo que haya entre tu cadena y tú. Esa cadena que te amarra a la vida es más extensa en unos que en otros, pero al fin y al cabo la advertencia que lleva escrita es la misma: sigue el camino que ya tienes trazado. Por el que ya han pasado cientos de personas antes. Por el que tan sólo serás uno más. Sí… Sigue por ahí. Verás las marcas en el suelo de aquellos que perecieron antes que tú. Y ni se te ocurra desviarte del camino. Sé como todos. Como se te ocurra ser diferente…… ¡verás! ¿Y en que punto aparece aquí la libertad? En ninguno. Porque es gradual. Por no decir que se trata de un suspiro de una sensación que todos deseamos pero que jamás llegaremos a tener.

La libertad es uno de esos derechos básicos del ser humano que ocupa líneas y líneas en la Norma Madre, la Constitución, pero también es uno de los muchos que son ficticios. Está porque tiene que estar. Porque es políticamente correcto. No porque exista. Y es que la libertad, como muchos de los derechos (in)existentes, no es más que algo relativo. Algo que cada cuál lo amolda a sus pensamientos y, en definitiva, a su vida. Uno es tan libre como el espacio que existe entre el mismo ser y la prohibición. Y este espacio no suele ser demasiado grande precisamente.

No puedo vivir como quiero, no puedo gritar al mundo lo que me apetece, no puedo hacerme escuchar por alguien que es tan libre que no se permite réplica. No puedo trazar un camino virgen. Existe tal segmentación entre “los que son más y los que son menos”, que lo único que se consigue es aumentar esa falta de libertad. Y no puedo. No puedo seguir mi ritmo. Tengo que seguir el que me marca la sociedad, ésa a la que quieren hacer sentir libre los mismos que camuflan en ideas democráticas esa libertad artificial. No puedo ser feliz. Y no puedo serlo porque no soy libre. Y como no soy libre, tengo que conformarme con esos cimientos ya trazados referentes a la felicidad. Cada cuál que la construya y la perciba como quiera. Yo no tengo otro remedio que compartirla con mi soga, esa que me prohíbe incluso respirar. De todas maneras, la soga no es más que otra metáfora que no se tarda en descubrir por si sola. Tendré que empezar a hacerme a la idea de que la opresión que siento no es otra que la de la cuerda que dirige mi camino; esa que me encadena a la vida y me priva de la libertad.


P.D.: Suerte que al menos todavía me queda este rinconcito. En China, ni eso. Hasta los blogs se consideran ya en el Gigante Asiático como un atentado contra la libertad.

Cambiar De Aires



Un caos. Esta es la situación que impregna mi vida en estos últimos días. Dicen que no soy yo. Que no parezco la misma. Pero, aunque lo niegue día tras día, segundo a segundo, tienen razón. Me repito constantemente preguntas que no me llevan a ninguna parte, buscando respuestas que sé que, al fin y al cabo, sólo las conozco yo. Pero, ya sea por miedo a encontrarlas o por querer cegarme en mi verdad, no consigo encontrar el camino adecuado. No sé cuál escoger. No sé que me retiene aquí. En teoría muchas cosas, pero a la práctica todo es distinto.

Todo lo que tengo podría esfumarse en un segundo si yo quisiera. Unas veces me apetece, otras no. Me apetece abrir una etapa nueva en mi vida, aunque sé que por fuerza ésta va a llegar, y no demasiado tarde. Talvez demasiado pronto. No puedo estar sin mi familia, sin mi... ¿mi, qué? Ni tan siquiera sé lo que somos tú y yo. Tampoco puedo estar sin mis amigos –y confidentes a la vez, más de lo que creen–, sin ver el mar más de una semana seguida. Sin apreciar su tranquilidad. Y notar esa sensación de libertad y grandeza a la vez. Me gusta donde estoy. Pero no me siento bien conmigo misma. Hay veces, y hoy es una de ellas, en que me apetecería irme lejos, cambiar de aires, empezar una vida nueva, sin nada que temer, y luchando por lo que ansío más a cada segundo que pasa. Quiero irme, e irme lejos. Al otro lado del charco, como se le suele decir. Quiero perderme en otras costumbres, en otras tradiciones, en otra forma de vida.

Quiero vivir en el paraíso de la libertad que es a la vez, el menos libre de todos. Pero necesito escabullirme, convertirme ahora en un número más de un gigantesco mundo que desconozco. Y lo necesito, porque sé que es ahora el momento de encontrarme a mí misma. Sé que hasta que no lo haga, nada volverá a ser igual. Necesito ver la belleza de las cosas más esenciales sin quedarme tan solo con lo superficial. Necesito darme cuenta de las miles de cosas que ahora pasan por alto en el rincón de mis pensamientos que dedican parte del día –y de la noche– a descubrir que me está pasando. Y, en resumen, necesito cambiar.

Nadie quiere oír hablar de que me vaya. Ni mi familia, ni mi hermano –él, pese a sus 6 años, es el único que hace que pueda olvidarme de todo–, ni mis amigos, ni tan siquiera la persona que ocupa gran parte de mis pensamientos. Aunque nadie dice que sea para bien. Y es eso lo que en parte me molesta. Me agobia. No soy nada sin ellos, pero a la vez, tú –aunque jamás llegarás a leer esto– sin darte cuenta, haces que en estos momentos yo no sea quien deseo. Y haces que me aparte del amor, de lo que siento, y de ti.

Faltan dos meses para que decida hacia donde cambia mi vida. Siento que me retienen aquí. Pero quedarme tan solo sería la solución más cobarde. ¿La otra? Amar en silencio, y tal vez a quien no debería. Tal vez también por eso quiero irme.

Cambios Donde Todo Sigue Igual

Hoy es la última vez que escribo desde estas cuatro paredes, decoradas a mi manera, que componen lo que me he permitido el lujo de renombrar como "mi pequeño refugio". Esta habitación, en la que tanto he reído y llorado; en la que me he aislado del pequeño mundo que me rodea para sentirme más cerca de mí misma, pasará a formar tan solo parte de mis recuerdos.
En este humilde rincón he vivido tantas sensaciones sin apenas valorarlas... He sufrido mucho, y he aprendido más aún. Me he reído de las pequeñas alegrías de la vida, que me han ayudado a sentirme particularmente feliz unos días más que otros. Es como si fuera una especie de diario personal. Ella escuchaba y callaba, dejaba que me desahogara a mi antojo para protegerme con esos muros que, aunque parecieran derrumbarse conmigo en algún momento, siempre estaban allí... firmes, fuertes, robustos, para demostrarme que cuando uno cae, siempre puede levantarse y hacerse más fuerte. Me ha visto caer tantas veces... pero siempre me ha ayudado a subir de nuevo. Hoy soy yo quien va a ver caer esas paredes, y no podré hacer nada para levantar de nuevo el muro que me daba fuerzas para seguir levantándome.
Mi refugio dejará de serlo. Esta ventana, colocada a mi izquierda, dejará de mostrarme el cielo azul por el que asomaba su reflejo, para dejar tan solo escombros. Todo desaparecerá y, sin embargo, seguirá todo igual.
Mis abuelos construyeron la casa con sus humildes sueldos, con sus más que costosos esfuerzos. Y lo dedicaron todo a su pequeño sueño: su "casita". Estaba todo como ellos mandaron hacer. Y el resultado fue más que satisfactorio para sus tiempos. Tres plantas, una gran terraza, un patio donde las flores bailaban en primavera... Todo estaba a su gusto. Un gran sótano donde cualquier persona hubiera podido montar el negocio soñado. Una primera planta con un patio, cuatro habitaciones, dos baños y demás. Y la planta superior, con tres habitaciones más, y una gran terraza, la más alta de la zona, acompañado de su baño.
Todo era genial. Les fue tan bien que incluso en el suave verano de aquellos tiempos los turistas se peleaban por ocupar cualquiera de las tres habitaciones de la planta superior que se alquilaban. Hicieron muchas amistades gracias al estupendo carácter de mi abuela. Era más que buena persona, en eso coincide todo el mundo, pero desde que falleció nada ha sido igual allí. Las amistades continúan: holandeses, alemanes, una familia taiwanesa, barceloneses... gente de todas partes a las que mis abuelos trataron como familia, y que hasta hoy aún venían a visitarnos tan solo para recuperar parte de aquellas conversaciones que se produjeron cuando yo aún no había nacido.
Pero todo cambia y, paradógicamente, todo sigue igual. Los tiempos van cambiando. Mi abuela, en paz descanse, estaría orgullosa de ver las palabras de afecto que todo el mundo le dedica. Yo tenía 6 años cuando falleció pero hoy, 16 años después, sigo queriéndola como cuando era una niña. Pero esta casa sin ella no es lo mismo. Mi abuelo se resignó a venderla por los buenos recuerdos que persiguen sus días. Allí estuvieron conviviendo sus padres, familias que se convirtieron en parte de la suya... Allí estuvo su mujer, su abuela... Y hoy todo aquello que está aquí con nosotros pasará a nivel del suelo, bajo estellos de lo que un día soñaron y hoy queda en el recuerdo de quienes formaron parte de ello.
Todos tendremos que acostumbrarnos porque, como dicen, todo cambia y, a la vez (me permito añadir), todo sigue igual. Porque los recuerdos, como suelo decirle a mi abuelo, nunca se quedan en un sitio, sino que se van con la persona.
Y hoy empieza una nueva vida, en un sitio distinto, en la que todo será diferente y, a la vez, seguirá siendo lo mismo.